A fuego lento.
Érase que se era un joven cronopio, todo verde él (aunque es un detalle bello, no es importante para este relato). Este cronopio recién regresaba a su ciudad natal después de, con pretexto de estudiar una carrera exótica, haber huido a un lejano puerto y vivir allí muchas experiencias enriquecedoras, hay que recordar que para encontrarse uno mismo, un viaje es la mejor forma. Nuestro cronopio estaba de vuelta en su ciudad; recién descubría y aceptaba que era Gay y se enfrentaba con esta nueva realidad con miedo y recelo.
Como es del conocimiento popular, los cronopios son criaturitas inquietas y amantes de las artes, este jovenzuelo no era ninguna excepción y en cuanto pudo se metió de lleno a colaborar en los eventos que el área de Difusión Cultural de la universidad tenía. Uno de eso días en que el cronopio jugueteaba con vestuarios de teatro y partituras de música, se le acerca un Señor Elegante que lo saluda: “Salenas cronopio, qué hace una criaturita tan hermosa como tu aquí” y así estuvieron platicando un rato y se despiden con compromiso de verse de nuevo. Cronopio y Señor elegante salieron un par de veces. En una cena, mientras Cronopio jugueteaba mentalmente a hacerles nudos de corbata con los espaguetis a los camarones que estaban en el platillo que había ordenado, Señor Elegante le hace la propuesta de ser Novios y, “¿por qué no? Vivir juntos.” El Cronopio perdió en ese momento todo su color y casi corrió asustado dejando hilos y estrellas de mar tirados por toda la ciudad. El cronopio no sabía qué hacer, Señor elegante es atractivo, pero ¿¿NOVIO?! Y la familia… ¡¡¡cuando se enteren!!!…
No, no… gracias, linda propuesta, lindo Señor Elegante linda cena, lindos camarones con corbata de spaghetti pero, es demasiado, tengo 20 años y… no. Muero de miedo. Gracias.
Señor elegante se entristece mucho y deja a cronopio en su casa y arranca su automóvil sin mirar atrás. El tiempo que nunca se puede detener pasó cambiando a Cronopio, volviéndolo mas sensato y quitándole algunos cabellos de la cabeza; siete años después el Cronopio va con su novio a una fiesta. Allí el cronopio se divertía enormemente con los reflejos de la luz en los vidrios de color que el dueño de la casa coleccionaba en grandes recipientes. Cronopio nota que una persona lo mira continua e insistentemente. Cronopio, tímido como suelen ser estos seres, regresa la lado de su Juan solo para escuchar a sus espaldas ¿cronopio, eres tu? Ese ser extraño que miraba insistentemente resulta ser Señor elegante. Cronopio y Señor Elegante se ponen a platicar llenos de emoción ambos hasta que sus respectivos novios se ponen celosos y mejor se despiden sin intercambiarse datos.
Cronos realizó su trabajo y las manecillas siguieron dando sus vueltas.
Un jueves, cronopio decide salir a un bar, y cual va siendo su sorpresa de encontrar ahí a Señor Elegante de nuevo, la plática es intensa, muchas risas y algunas indirectas, la noche fue avanzando y ninguno de los dos quiso darse por aludido ni dar el paso definitivo, eso si intercambiaron teléfono para mantener contacto y durando los dos siguientes años así estuvieron llamadas esporádicas, platicas intrascendentes.
Cronopio emprende un gran viaje a un hermoso lugar (la ciudad la hermosísima ciudad) y al llegar de vuelta a su pequeña cueva descubre un recado de Señor elegante y se reporta con el. De nuevo una charla interesante y deciden salir juntos a almorzar. Cita hecha, cronopio emocionado espera ansiosa el día acordado.
Pasa a casa de Señor Elegante y este lo recibe luciendo una linda camisa entallada con la que luce el hermoso cuerpo de gimnasio que ha llevado muchos años de lograr. “Caramba, esto no lo recordaba” pensó el cronopio. Señor elegante con una muy afable sonrisa le da el recorrido por toda la casa a cronopio, y se marchan a almorzar. La plática entre ambos muy intensa, la tensión entre ambos se percibía, pero ninguno de los dos se atrevía a hacerlo notar. Los minutos pasaron y lso estómagos se llenaron. ¿Ahora qué? Se preguntaban ambos… ninguno de ellos verbalizando la pregunta que posiblemente terminaría con la magia del momento. ¿Quieres ir a casa? dijo Señor Elegante tengo una película que te encantará ver. Cronopio encantado aceptó.
Y allí estaban ambos acostados en la cama mirando una mujer con antorcha en la pantalla de TV; la tensión entre ambos era inmensa casi inaguantable, hasta que hubo un roce entre las manos de ambos: con pretexto del volumen ambos tomaron el control de la TV y no se soltaron. Un abrazo vino a continuación y todo termino en un tierno beso dando inicio a un amor cocinado a fuego lento por catorce años.
6 Comments:
Wow, ¡qué historia, verdecronopio charlando contigo! :)
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que linda historia...
:)
F.
Ah, qué bonito! Yo quiero una historia así...
yo chero....jejeje!es precioso,una historia incrible
Albricias... y grandísimas bendiciones. El abrazo será laargo. Eso deseamos este cronopio y los hermosos atardeceres que me acompañan en la Barceloneta.
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