Leve gesto
El día de hoy he mantenido y creo mantendré una gran sonrisa en mi rostro. Me pasó la cosa más sencilla y significativa por la mañana.
El camino que acostumbro tomar para llegar al trabajo es por Federalismo/colon (la gente que conoce Guadalajara sabe que las calles cambian de nombre); por esta avenita pasa el tren ligero (o metro) en algunos tramos es subterráneo y en casi todo lo que transito es a nivel de calle.
Hoy el tráfico estaba fatal, anoche llovió como acostumbra así que había nuevo baches que descubrir, charcos a los cuales sacarles la vuelta y muchísimos automovilistas asustados por esquivar. El tiempo corría y pensaba en los pendientes por hacer, me estaba poniendo bastante de malas porque me tocaban todos los semáforos en rojo. En un alto que coincidía con una parada del tren ligero, esperando la luz verde, el tren ligero acababa de arrancar y la gente salía a la calle. Entre el tumulto venía una señora con un niño tomado de la mano y caminado lentamente.
La señora miraba hacia adelante en un gesto desenfadado y parecía tener prisa; pero el niño no, el niño venía mirando a la calle y saludaba, estaba saludando a toda la gente a su alrededor con su inocente y cándida sonrisa. Principalmente enviaba su saludo a la gente que estábamos en los automóviles; cuando al caminar coincidía con la ventanilla se detenía y agitaba su mano derecha (con la izquierda no soltaba a su madre) en un efusivo saludo y si era correspondido reía; caí preso por su risa y por supuesto que reímos juntos.
Cuando la luz se poso en verde arranqué el carro y nos despedimos agitando la mano. El me siguió mirando y yo con el retrovisor hasta que un corsa rojo me bloqueó la vista.
No he podido olvidar a este niño, a su risa y es por eso que este sencillo gesto me tiene feliz el día de hoy.
Ojalá hubiera más niños que saluden al salir del tren ligero.
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