Verdecronopio.... meditando en la esquina

Un lugar donde pienso en voz alta, en donde puedo decir mis indiscreciones y alguna que otra chispa de inspiración.

Saturday, October 23, 2004

Adios Toto

El martes 19 a las 4:30 AM falleció Toto, mi abuela por parte de mi madre, ella ya estaba muy enferma y sobre todo muy desanimada a vivir. La noticia no me tomó de mucha sorpresa aunque si con dolor. Para ser sincero yo esperaba ese desenlace pronto. No me gustan las agonías largas y el alargar artificialmente la vida de alguien por el egoísmo de que se quede no me va.

Me llamó mi madre, en cuanto ví la hora me imaginé lo sucedido, la escuche muy tranquila y le dije que nos veíamos en casa de mi abuela. Colgué el teléfono y me quedé entre triste, desmañanado, sorprendido y asustado. Abrí el clóset y dure un par de minutos sin poder decidir qué ponerme. Tres pantalones y 4 camisas después salí de casa y me encaminé.

Llegamos al mismo tiempo mi tío Fernando (el menor) y yo, le dí su abrazo, subimos al departamento y ahí estaban mi tío miguel con Gabriela (su pareja), mi mamá, mis tías Adriana y Cecilia y mi hermano Andrés. Les fui dando el pésame a todos. Me contaron que desde las once de la noche sus signos fueron bajando hasta que en la madrugada dejó de respirar, a Cecilia le toco estar. Todos estábamos bastante tranquilos con excepción de Adriana que lloraba; ella es así, la mas emocional de los hermanos. Al poco rato llegaron Arnoldo y Teresa, su esposa. Detrás de ellos Bernardo, mi otro hermano. El cuerpo aun no se enfriaba y me tocó ayudar a prepararlo.

Ya estaban los 6 hijos, las parejas de quienes la tienen y de mis primos solo estábamos mis hermanos y yo. Mis tíos empezaron con los preparativos para el servicio. La funeraria pasaría por ella a las 9:30, la misa cuerpo presente sería a la una de la tarde y de allí la cremarían para que las cenizas se depositen con las de mi abuelo Miguel.

En ese momento empezó lo más difícil para mi; dar aviso a las amistades y resto de los familiares. Me sentí muy mal de llamar a alguna tía, a algún primo, darle la noticia, escuchar su sorpresa y su desconcierto y no poder hacer otra cosa más que escuchar.

Pasado el trago amargo de dar el aviso y ya que se llevaron a mi abuela, me fui con mis hermanos y mi madre a su casa para que se cambiara, empezaron las llamadas, la voz corrió muy rápido y mucha gente llamaba queriendo dar su pésame, preferimos dejar a la contestadota y nos fuimos a la funeraria. Ya estaba casi llena, llegó hasta gente del Distrito Federal y mis primos que viven en Mazatlán para estar en el servicio; esto me sorprendió mucho y me hizo sentir bien, ya que demuestra el cariño que hay.

La misa fue muy bonita; mi tía Adriana, a pesar de estar en pleno llanto contrató un coro hermoso, que sonaba por toda la iglesia. Cada que empezaba me estremecía y varias veces estuve a punto de soltar el llanto, me contuve porque mi madre, a pesar de aparentar estar firme, sé que por dentro estaba deshecha. La iglesia se llenó y la salida estuvo llena de abrazos y condolencias, fue reconfortante sentirlo.

El resto del día estuve con mi mamá en su casa. Estábamos muy cansados tanto física como emocionalmente.

El miércoles ya me presenté al trabajo, aquí mis compañeros me dieron su pésame y el día estuvo muy normal.

El triduo fue del miércoles al viernes a las ocho de la noche en La Madre de Cristo, mas conocida como “la baticueva” (interesante el hecho de la cultura popular y que se vuelve tradición, inclusive en los diarios asi aparece). Alli nos estuvimos presentando todos los familiares, mis tíos y mi madre optaron por las primeras filas asi que no me daba mucha oportunidad de observar quién llegaba, cuándo, cómo y en compañía de quién.

Para la primer misa del triduo ya nos habían entregado las cenizas de mi abuela y cuando terminó me pidieron que si pasaba a depositarlas en el nicho que ella tenía y en el que las cenizas de mi Tito (mi abuelo) ya estaban. Claro que senti raro que me lo pidieran a mi, es una sensación entre de orgullo y de tristeza, pero acepté.

Cuando lo estaba cerrando me di cuenta de algo: me había tocado cargar las cenizas de mis cuatro abuelos. A mi Tito me tocó depositarlo en ese mismo nicho, seis años atrás.
Mi abuela Virgina, mamá de mi papá fue desenterrada cuando murió mi abuelo Epifanio y los cremaron juntos, para esa misa me dijo mi tío Enrique que le ayudara con la urna y me tocó cargarla para entrar.

He estado recordando eso... interesante lo que pasa. Me ha tocado despedir a mis abues, es lindo.

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